jueves, 11 de agosto de 2011

2006 - PALOS DE CIEGO EN EL CONCEJO DE CALI

Rosalía Correa Young.
Coordinadora – Observatorio Cali Visible

Año tras año y por este mismo tiempo, los concejales de Cali están contribuyendo al desprestigio de una institución tan importante para la Democracia Local como es el Concejo. Aunque el concejal Abadía haya salido a los medios, con motivo del lanzamiento del segundo boletín “Así Vemos a Cali”, a señalar que durante su gestión se mejoró la imagen de la institución. Parece estar “tapando el sol con las manos”. En realidad los datos entregados por la encuesta, aplicada por Napoleón Franco, en el mes de Junio pasado, confirman, por el contrario, su deteriorada imagen así como los actos poco transparentes y faltos de responsabilidad con la ciudad, que tocó presenciar durante la sesión para elegir contralor y mesa directiva para el 2007.

Dicen los teóricos que la política es el arte de gobernar; ¿pero será que ese arte, en Cali, esta ubicándose en el campo de las artes escénicas, para que cada actor -concejal o concejala- lleve a escena su papel perfectamente aprendido con antelación para poner en juego sus habilidades teatrales. O por el contrario, y yo quisiese creerlo, que lo sucedido en el recinto del Concejo fue el resultado de un acto democrático, donde, después de deliberar sobre las fortalezas y debilidades profesionales, de cada uno de los integrantes de la terna enviada por los tribunales, cada concejal, sin presiones, sin afanes de poder inmediatistas, sin acuerdos por debajo de la mesa, muestra a la opinión pública su decisión consciente y responsable de escoger el mejor.

Pero la realidad, en este caso, es totalmente diferente al idealismo descrito desde la época de los griegos; y si bien es cierto de idealismo vivimos, los 21 concejales se acogen a el para brindar a los caleños una farsa de la democracia. A ellos se suman aquellos, el auditorio, que posiblemente también tiene su libreto preparado para participar de la farsa, aplaudiendo delirantemente.

No cabe duda que estamos frente a un grupo de concejales, a los que es difícil creer y legitimar sus actos. Y como creer si se responsabilizan mutuamente adjudicándose intereses burocráticos y en algunos casos no muy transparentes como la compra del voto con dinero. Pero lo que si no queda duda es que priman los afanes de poder y de figuración a toda costa. El concejal Christian Garcés quien ha sido calificado, por muchos caleños, como concejal “diferente”, con criterio y por fuera de las maquinarias, ayer se preocupó más por él que por la ciudad y vendió su primogenitura por un plato de lentejas. Eran más importantes, para él, la presidencia del concejo por un año y las adulaciones de compañeros que hasta hace poco le macartizaban con su origen o le frenaban iniciativas.

Si bien es cierto, un grupo de concejales se retiro del reciento en rechazo a la elección del contralor, que según denuncias está inhabilitado, y no intervino en la elección de Garcés, da la impresión que el problema no era si el contralor tenía calidades profesionales o no; estaba habilitado o inhabilitado; sino cuál de los dos grupos favorecía sus aspiraciones. En síntesis, la elección de contralor se convirtió en la cortina de humo de componendas y acuerdos previos a la salida en escena de los concejales de Cali. Ahora, posiblemente, doce de ellos “incurrirán en falta grave”, porque eligieron una persona inhabilitada para ocupar el cargo.

Esto se suma, pues, al sinnúmero de irregularidades en que ha caído nuestra dirigencia pública, la que está dejando desierta y destruida la ciudad. ¿Será que para las próximas elecciones contaremos con opciones más idóneas, pero principalmente transparentes, para empezar de nuevo? Eso depende de nosotros y cada un de los caleños y caleñas que no nos dejemos enredar con cantos de sirena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario